En las últimas décadas se ha ido implementando el uso masivo del pienso para la alimentación de vacas, cerdos, cabras, aves de corral y peces, entre otros, prácticamente, gran parte de la proteína animal que es de consumo humano, ha procedido de un animal alimentado con pienso.

Con la introducción de esos concentrados en la dieta animal se ha logrado un aumento importante en las producciones, aunque a la par se han ido desarrollando otros problemas, como lo fue en su momento la aparición de la enfermedad de las vacas locas o encefalopatía espongiforme bovina.

En general todas las especies se fueron adaptando a la nueva alimentación, aunque las que más la han padecido han sido los rumiantes, cuya dentadura solo está preparada para el consumo de forraje.

La utilización del pienso trajo varios dolores de cabeza entre los ganaderos,  uno de ellos ha sido la importante pérdida de las piezas dentales de las vacas. Situación que afecta  principalmente a las de producción lechera si están estabuladas o sea, en régimen de confinamiento absoluto.

Estas vacas desde que nacen hasta que se venden pasan confinadas. Ese proceso dura alrededor de 7 años, y como lo que se busca es una alta producción al menor costo, se le da el forraje junto al pienso, pero los dientes no pasan la prueba, a los 3-4 años comienzan a perderse las piezas y lo que antes digerían en 2-3 horas, con las piezas dentarias gastadas o inexistentes, les puede llevar hasta 12 horas.

Ya esa vaca no producirá la misma cantidad de leche y el negocio ganadero así no prospera, al menos  que aparezca una alternativa dental.

La solución está en colocarle una prótesis en los periodos previos a que se considere que el desgaste llevará a su déficit productivo, y de esta manera tan practica se comenzó a masificar el uso de estas prótesis, que se adaptan a todas las dentaduras como si fuese un molde.  Así se ha logrado que la producción se mantenga estable hasta el momento en que los rumiantes pasarán a mejor vida.

El ganado de engorde no tiene esos problemas, en dependencia de la raza, necesita alcanzar un peso de entre 400 y 500 kilos para ser faenado, y también en la última etapa de su corta existencia se los engorda principalmente a base de pienso, con la diferencia de que su peso ideal lo alcanza entre los 20 y 24 meses, por ende, su ciclo de vida terminará antes de comenzar a desgastar sus piezas; en este caso no hay negocio para los fabricantes de prótesis, solo para el ganadero, que se evita el descarte de hacienda a temprana edad.