Animales desdentados
En las últimas décadas se ha ido implementando el uso [...]
En las últimas décadas se ha ido implementando el uso [...]
La sonrisa de Nasima agitó sus ojos negros y acentuó [...]
Manuel era corpulento, parco en gestos y de aspecto severo. [...]
—¡Ahí viene, ahí viene!—gritó Celia, dando saltos, intentando ver por [...]
La pastilla parecía insignificante, hasta se podría confundir con una aspirina, de no ser que tenía un conejo en su diseño.
El taxista aguardaba impaciente por su cliente. Se hallaba en una calle de tierra del barrio Ezbet El Haggana, en el noreste del Gran Cairo, una de las zonas más pobres de Egipto.
—Soy de Ubon— me dijo Malai, con una expresión enigmática, mientras apoyó su dorso sobre el alambrado del Centro Federal de Detención de Mujeres, Unidad 31, ubicado en Ezeiza, provincia de Buenos Aires, Argentina.
Carl había tenido una mala noche, muy mala si se medía en términos bursátiles. El Dow Jones seguía bajando y sus expectativas del bono anual comenzaban a diluirse. Esa mañana antes de ingresar a Wall Street decidió relajarse.
—Recuerdo cada detalle del primer viaje que hicimos a Livingston, Montana, y tengo muy presente aquellas palabras mágicas que pronunciaste en la cima de la colina: «Gustav, poseemos dos millas de una zona con un potencial impresionante, estamos en el corazón del desarrollo inmobiliario de Montana. Te puedes considerar un hombre dichoso, amigo».
Un nuevo crack bursátil tenía a Carl con los ánimos de punta. Caminaba presuroso por la calle Great Jones, había terminado de almorzar con su novia y se dirigía a Wall Street. Llevaba años lidiando en la bolsa de valores, pero seguía sin acostumbrarse al subibaja bursátil. Debo recuperar posiciones o terminaré nuevamente en la emergencia médica, se dijo. Seguía cargando su exceso de peso, y con tan solo treinta años de edad estaba medicándose por una diabetes incipiente. Comenzó a cruzar Lafayette en dirección a la calle Bond.
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