Combinemos: calentamiento global, pesca indiscriminada, derrames de petróleo y deposito final de gran parte de los desechos que produce a diario nuestra sociedad de consumo. El resultado es el presente sin futuro de nuestros océanos.

Varios miles de millones de años han transcurrido desde que se originaron los primeros seres vivos en ese medio. La naturaleza en su evolución le ha provisto a nuestra especie de un sustento vital durante cientos de miles de años.

De cada diez habitantes de nuestro planeta la mitad llegó a depender del mar para su supervivencia.

Hoy la cifra ha descendido a uno de cada diez, y seguramente seguirá encogiéndose en la medida que el mar se convierta en un ente sin vida. El hombre se está ganando a fuerza de rapacidad y avaricia todo el medallero de la desolación y la penuria.

Quedan pocos trofeos por alcanzar en esta carrera contra la vida. Uno de ellos es cargarse a nuestra especie, y al paso que vamos, medido en tiempos históricos, solo faltan unos segundos.