Era una noche tormentosa, la lluvia caía en cascada y repicaba en las canaletas del desagüe del techo a dos aguas de manera monótona. La casa se hallaba en un barrio residencial de Dallas, Texas. En su interior, las horas parecían esfumarse, Gary, de cinco años de edad, seguía con su consola Xbox 360, enfrentándose a todos los alemanes que se les ponían en el camino. Estaba apasionado con la saga Call of Duty3.

Harvey, su padre, se hallaba a su lado, combatiendo codo a codo por la liberación de Francia, mientras su esposa dormía plácidamente, cercana a ellos, hecha un ovillo en un sofá de piel marrón, enfundada en un pijama blanco de seda. Ambos cada tanto la observaban como si fuese una víctima más de la sangrienta batalla, mientras saciaban su sed bebiendo una bebida cola, y recuperaban sus energías atacando a una bolsa de papas fritas.

La contienda era sin cuartel, ya habían disparado con morteros y con ametralladoras fijas, e incluso tuvieron que hacerlo desde un tanque en movimiento. Ahora Gary estaba gatillando a repetición su Subfusil Thompson, calibre 45, de 1000 disparos por minuto. Los alemanes caían como muñecos, parecían interminables, y bastante novatos por cómo se exponían a su mortal puntería.

Gary estaba estrenando el conjunto militar de camuflaje estilo jungla, que su papá le había regalado por su cumpleaños. Llevaba cuatro bolsillos en el pantalón y dos en la camiseta, y sobre ellos destacaban unas gruesas tiras de velcro, un lugar apropiado para sus futuras insignias. Las coderas estaban reforzadas, ideales para amortiguar el peso de su brazo y el de su arma de fuego.

—¿Papá, cuando comienza la Convención?—preguntó Gary luego de haberse pasado la manga de la camiseta militar por la boca, secándose los restos de soda.

—Mañana… Presta atención que te van a matar—Harvey se sentía tenso o tal vez molesto por el descuido de su hijo.

—¿Vamos a ir?

—Por supuesto, te lo prometí. Falta completar tu regalo de cumpleaños.
Al día siguiente padre e hijo estaban despiertos desde temprano. Desayunaron juntos, y abandonaron la casa en la camioneta Toyota 4 X 4. Tenían cierta premura, se hallaban a tres horas de su destino. La 142 Convención de la Asociación del Rifle (NRA) estaba por comenzar en Houston, y ya era tiempo de que Gary tuviese su primer arma real; el padre le había prometido el rifle calibre 22 “Crickett”, de guardamano y culata camuflada, tipo sniper elite (francotirador de elite), y consideró oportuno honrar su palabra ante la Asociación del Rifle.